Jaime
corría hacia la puerta del caserío. Tenía muchas ganas de pasar las vacaciones
de verano en aquella gran casa que pertenecía a sus abuelos.
El
pequeño niño de cuatro años, subió los escalones de uno en uno y sin esperar a que nadie lo
recibiera traspasó el umbral de la puerta que estaba entre abierta.
El
hall eran inmenso, tan grande que el pequeño Jaime se sorprendía a cada paso
que daba. Desde su altura, podía ver todos los adornos de los jarrones que
adornaban la gran escalera de caracol y también todas las marcas del suelo que
con el tiempo se formaron.
Una
suave melodía llegó hasta él, reconociendo enseguida que aquella pieza de piano
era la favorita de su abuelo, y se dirigió hacia la sala que se abría a su
derecha.
El
hombre, estaba sentado en un butacón de cuero, escuchando la pieza de música
clásica con los ojos cerrados, dejándose llevar por cada una de las notas. Al
escuchar a su nieto que lo llamaba emocionado, se levantó y lo abrazó con
fuerza.
0 comentarios:
Publicar un comentario